Escuela 0-3. Magia en la mirada…

La pequeña historia de Tom y Helena

Hay situaciones que, en el momento de vivirlas, ya percibes que serán especiales para toda la vida, y a veces no hace falta que sean grandes momentos, como los primeros pasos, decir «mamá» o hacer un pipí en el orinal. Muchas veces son pequeños instantes que surgen de lo más inesperado y que, cuando puedes ser espectador de ellos, los vives como una cosa especial y mágica. Son situaciones que seguro que no se repetirán nunca más, y ser testigo de ellas no tiene precio.

 

Con los bebés, las novedades son constantes: muchas de las experiencias que viven son para ellos la primera vez de un montón de situaciones, y los adultos las tenemos que mostrar, explicar y documentar como tales, sabiendo darles al instante el valor que merecen. Es una tarea muy compleja que debemos ir aprendiendo a realizar.

¡Qué responsabilidad! Transcribir historias que la familia no ha podido vivir para que las perciban positivamente y vean los adelantos que va haciendo su hijo.

Por otro lado, si las familias forman parte de la vida cotidiana de la escuela, algunas de estas historias las podremos vivir juntos. Será entonces cuando podremos percibir su cara llena de magia, los ojos brillantes, a veces incluso llenos de lágrimas de emoción, y para las maestras será también un momento muy especial.

Al mismo tiempo, poder rememorarlo en imágenes ayuda a captar lo importante en la escuela infantil: el placer de las pequeñas cosas del que nos hablaba Pepa Òdena ya hace años, y que creo que nunca hemos de olvidar.

Tom empezó la escuela acompañado de su familia, que pasó los primeros días a su lado. Cuando llegaron el primer día por la mañana, todo estaba en aparente normalidad en el espacio de los bebés: algunos niños y niñas dormían, otros ya se habían despertado, alguien quizás pronto tendría hambre…

La familia de Tom tumbó a su hijo junto a Helena. Justo en aquellos momentos me explicaban que se habían decidido a traerlo a la escuela porque notaban que tenía ganas de estar en contacto con otros niños, como una necesidad de relacionarse…

Y Tom y Helena nos regalaron unos instantes mágicos de relación: se miraban como si se saludaran a modo de presentación. ¡De hecho no se habían visto nunca! Se empezaron a tocar con un respeto digno de admirar. A pesar de que la madre de Tom sufría porque era un poco brusco con los movimientos, Helena creo que no lo percibía así, puesto que no dejaba de mirarlo, inmóvil. Cuanto más la tocaba Tom y le mimaba la cara, más implicaba Helena su cuerpo para acercarse.

Tom fue pasando de la sorpresa a la risa y estalló en carcajadas. La cara de Òscar y Marta, los padres de Tom, era mágica, y yo lo fotografiaba, pero sin darme cuenta tenía la piel de gallina. En aquellos instantes supimos que lo que habíamos compartido quizás no se repetiría nunca más, pero que quedaría plasmado en nuestro recuerdo para siempre.

Y fue por eso que decidimos que tanto la familia de Tom como la familia de Helena pudieran participar de lo que teníamos ganas de escribir, porque, si escuela y familia se entrelazan, la riqueza se multiplica.

Así lo recuerdan Òscar y Marta, los padres de Tom: «El primer día de Tom en la escuela nos regaló un momento mágico. Poder ser testigos de aquel instante en que Tom y Helena se descubrieron por primera vez fue un gran regalo. Sé que, cuando dentro de un tiempo vea a Helena y a Tom jugar juntos en el jardín de la escuela, yendo en bicicleta por el pueblo o haciendo juntos algún trabajo para el instituto, y cogiendo el coche para bajar a Girona o marcharse de vacaciones con los amigos, me vendrá a la memoria este momento en que se miraron por primera vez entre sonrisas llenas de curiosidad. Estos niños y niñas con quienes Tom comparte la escuela serán sus compañeros durante muchos años, y sus amigos, se querrán entre ellos y nosotros los querremos también.»

Jaume y Aura, los padres de Helena, también quieren hacer sus aportaciones: «Para Tom y Helena, que por primera vez se incorporan a la escuela, empieza una nueva etapa. Una etapa llena de nuevas posibilidades, de nuevos retos, de nuevas sensaciones, de nuevos aprendizajes, de nuevas relaciones y de socialización. Es impresionante ver cómo, desde muy pequeños, los críos ya muestran afinidades con algunos compañeros. Nosotros no pudimos disfrutar de este momento precioso de Tom y Helena, pero ver las fotografías y leer los escritos de Eva y de los padres de Tom ha sido muy emocionante. Casi como si también lo hubiéramos vivido. ¡Qué importante y gratificante el trabajo de documentación que hacen las educadoras de nuestros hijos en la escuela! ¡Démosle el valor que merece!»

Eva Sargatal, maestra de escuela infantil.
Òscar Pérez y Marta Pastor, familia de Tom.
Jaume Vilanova y Aura Lluís, familia de Helena.

 

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