Nuestra aportación sobre el rato de las comidas parte del convencimiento de que este rato es, y tiene que ser, un reflejo del proyecto educativo de la escuela, de la concepción de infancia que hemos construido como equipo y de cuál tiene que ser nuestro papel como educadoras. No entendemos este rato sin garantizar el derecho a la individualidad, el respeto al niño y a sus ritmos, el acompañamiento de los procesos del niño por parte de un adulto que observa, escucha y da tiempo. Sabemos que en la escuela infantil vivimos en grupo, pero nos planteamos: ¿conviene colectivizar antes de hora?