Editorial. Etapa infantil 0-6 sin fracturas y de calidad

La aparición de la etapa de Educación Infantil en nuestro sistema educativo supuso un avance y un reconocimiento para la infancia. Poder visibilizar que en los primeros años de vida es precisamente donde tienen lugar la mayor cantidad de procesos determinantes para el desarrollo futuro comenzó a despertar, al menos, el debate del carácter educativo de esta etapa. Pero es fundamental ir más allá, y plantear cuestiones mucho más transcendentales respecto a la infancia: ¿se respeta el verdadero desarrollo de los niños y las niñas? ¿Nuestro sistema está preparado para asumir esta demanda? ¿Qué prima más: lo educativo, lo social, lo económico o lo humano? Es por todo ello que hemos de reflexionar sobre qué entendemos por calidad, y sobre cómo podemos actuar en función de este concepto. La calidad nos remite a una calidad de vida y, en el caso de la Educación Infantil, nos puede remitir a aspectos básicos que subyacen en el niño y la niña como sujetos propios de la educación; es decir, que manejaremos también el concepto de relación y comunicación, respeto y libertad.

Desde hace más de cuarenta años, la calidad en la etapa de Educación Infantil comenzó a ser una realidad a través de la constitución de las Escuelas Infantiles Municipales de Granada, cuatro escuelas en las que varias generaciones de niños y niñas de 0 a 6 años han logrado un desarrollo óptimo en un ambiente de respeto, libertad y coherencia, un ambiente de referencia educativa tanto dentro como fuera de España. La gestión de estas escuelas ha procurado siempre la inclusión de todos los sectores de la comunidad educativa desde procesos de diálogo y consenso a la hora de participar, tomar decisiones y plantear iniciativas, de ahí el éxito en su dilatado recorrido.

El compromiso político ha de ser ejemplar con este tipo de proyectos. Es por ello que la Admi­nistración ha de fomentar iniciativas que defiendan la unidad de la etapa, que no fracturen y que sirvan de ejemplo a la sociedad; la responsabilidad política ha de ser modélica, haciéndose eco de esta mirada a modelos educativos de calidad que, como las Escuelas Infantiles Municipales de Granada, han tenido una trayectoria impecable, un crecimiento respaldado por la profesionalidad, el rigor y el buen hacer.

Los derechos de los niños y las niñas deben estar por encima de cualquier otra dimensión que no comulgue con ellos. Es fundamental no dejarse llevar por intereses partidistas ni ideológicos, cuando de la educación se trata. Es posible que, si se tiene como referencia el ejemplo que han supuesto las Escuelas Infantiles de Granada durante estos últimos cuarenta años, se pueda contemplar una infancia cuidada con mimo para tener adultos que formen sociedades futuras justas, sanas y libres.

La búsqueda de la calidad como objetivo organizado y prioritario solo es posible cuando una sociedad está en vías de superación, y en Granada hasta ahora ha sido así.
(Véase, también, la sección «Informaciones», dedicada a las escuelas 0-6 de Granada.)

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