Educar de 0 a 6 años. Un apunte sobre infancia y poesía

¿Renunciar al silencioso instante de encantamiento y fascinación que produce la lectura de un buen poema en una clase de infantil o primaria? ¿Pensar que los niños y las niñas son todavía seres prácticos y simples, incompletos, que no pueden entender la hondura de la poesía? ¿Subestimar en estas edades la capacidad de sumergirse en poesías más largas y de vocabulario más complejo?

Mi experiencia de educador en las Escue­las Infantiles Munici­pales de Granada me ha enseñado que el juego con la poesía ha sido una de las prácticas más gozosas e inteligentes. Me acabo de referir a la poesía dirigida a niñas y niños pequeños como juego, y la he calificado de actividad gozosa e inteligente con toda la precisión de la que soy capaz. En las edades tempranas el mundo es conocido y aprehendido a través del juego, casi nadie discute eso ya. Y el juego infantil corretea siempre por senderos de gozo.

Una criatura goza cuando juega: se emociona, se enternece, se concentra y se abstrae, se excita y palpita, se conmueve y se impresiona, se divierte, ríe y se apena. Y en ese infinito recorrido plagado de bifurcaciones y elecciones, de vastos caminos fáciles de andar y de recovecos y rodeos arduos o delicados de superar, se produce el conocimiento y se educa la inteligencia.

El conocimiento está cosido a la sensibilidad y la emoción como las mangas al cuerpo de una camisa. Si esto es cierto, lo es mucho más en las precoces edades del aprendizaje infantil: «Suscitar emociones en las escuelas no es una cuestión moral, sino intelectual. No es que haya que conmover a los niños porque sean seres humanos, y además pequeños, sino porque son seres pensantes. Su concepción de las cosas y sus razonamientos van a estar siempre condicionados por sus experiencias emocionales: la expectación, la alegría, el asombro, la pena, el miedo. ¿Los poemas escuchados, memorizados, repetidos, sentidos, pensados… no los preparan acaso para abordar con pasión el conocimiento del mundo?» (Juan Mata y Andrea Villarrubia1).

No debemos incurrir en la torpeza de creer que la poesía es algo difícil para los niños y las niñas, ni considerar la poesía que debemos leer a los pequeños o, peor, que pueden entender, como poesía infantil. Con ser cierto que quien la escribe puede pensar solo en ellos cuando lo hace, incluso dirigirla explícitamente a ellos (y se pueden citar magníficos ejemplos, como Gloria Fuertes o María Elena Walsh), es inagotable la poesía que, sin ser escrita particularmente para pequeñas edades, se despliega en la mente infantil como un universo chispeante de palabras mágicas, de musicalidad, de ritmo y rima, de gracia, de expresividad, de imágenes, evocación y sensibilidad, de imaginación y descubrimiento, de precisión y comparación, de afinidad emocional… En definitiva, de percepción y entendimiento inteligente del mundo. Como para cualquier adulto.

No cabe duda de que la labor de quienes educamos (o hemos educado) debe estar apoyada en una didáctica, pero desfigurar la necesaria y sutil finalidad de la educación hasta un didactismo férreo, superficial y ñoño sería grotesco, necio y contraproducente. Quienes educan inteligentemente en estas edades menudas, ya comprenden la importancia de tener en cuenta el desarrollo cognitivo para escoger unos versos, para situar el contexto y elegir un momento apropiado, para recrear un ambiente que acompañe, saben de los movimientos corporales y las expresiones faciales, del papel de la voz y sus tonos, así como del sosiego o la expectación que acompaña al silencio… Más allá de este tipo de maestrías, tener como propósito de la lectura de poesía durante la infancia alguna suerte de adiestramiento moral, o cumplir una formalidad lingüística o un objetivo de aprendizaje reglamentado, es, a mi juicio, un error.

Toda esta defensa y recomendación de lectura de poesía a niñas y niños pequeños viene porque hace poco se interpusieron ante mi vista unos versos de Lope de Vega (seguramente inspirados en una fábula de Esopo), contenidos en la comedia La esclava de su galán, que son tenidos como un poema de Lope para niños. Dicen así:

Juntáronse los ratones
para librarse del gato;
y después de largo rato
de disputas y opiniones,
dijeron que acertarían
en ponerle un cascabel,
que andando el gato con él,
librarse mejor podrían.
Salió un ratón barbicano,
colilargo, hociquirromo
y encrespando el grueso lomo,
dijo al senado romano,
después de hablar culto un rato:
¿Quién de todos ha de ser
el que se atreva a poner
ese cascabel al gato?

¿Quién podría decir que es una poesía para niños con semejante narrativa irónica, y con un desenlace que diariamente está en boca de adultos para referirse a situaciones que entraña peligro resolver o son difíciles de afrontar?

¿Cómo diferenciar o definir la vocación de tantos versos de Federico García Lorca? ¿Estuvieron escritos para niños o fueron inspirados por la fantasía y el adorable rizo infantil del alma del poeta (infantil y fantasía, palabras hermanas)?

Tan, tan.
¿Quién es?
El Otoño otra vez
¿Qué quiere el Otoño?
El frescor de tu sien.
No te lo quiero dar.
Yo te lo quiero quitar.
Tan, tan.
¿Quién es?
El Otoño otra vez.

Los niños sentados
escuchan un cuento.
El río traía
coronas de viento
y una gran serpiente
desde un tronco viejo
miraba las nubes
redondas del cielo.
Niño mío chico
¿dónde estás?
Te siento
en el corazón
y no es verdad.
Lejos esperas que yo saque
tu alma del silencio.
Caracoles grandes.
Caracoles negros.
El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.
El lagarto y la lagarta con delantalitos blancos.
Han perdido sin querer su anillo de desposados.
¡Ay! su anillito de plomo,
¡ay! su anillito plomado.
Un cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros.
El sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso.
¡Miradlos qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!
¡Ay, cómo lloran y lloran!
¡Ay, ay, cómo están llorando!
Me han traído una caracola.
Dentro le canta
un mar de mapa.
Mi corazón
se llena de agua
con pececillos
de sombra y plata.
Me han traído una caracola.

¿Cómo mejorar la experiencia didáctica y sentimental de la llegada de la primavera y dónde encasillar la elegancia del lenguaje sencillo, natural y transparente de tantas poesías de Antonio Machado? ¿Cómo poesía para niños?

Para tu ventana
un ramo de rosas me dio la mañana.
Por un laberinto, de calle en calleja,
buscando, he corrido, tu casa y tu reja.
Y en un laberinto me encuentro perdido
en esta mañana de mayo florido.
¡Dime dónde estás!
Vueltas y revueltas,
ya no puedo más.

Mientras danzáis en corro,
niñas, cantad:
Ya están los prados verdes,
ya vino abril galán.
A la orilla del río,
por el negro encinar,
sus barcas de plata
hemos visto brillar.
Ya están los prados verdes,
ya vino abril galán.

«¿Qué es el amor?»,
me preguntaba una niña.
Contesté:
«Verte una vez y pensar
haberte visto otra vez.»

La primavera ha venido
nadie sabe cómo ha sido.
Ha despertado la rama
y el almendro ha florecido
y en el campo se escuchaba
el gri gri del grillo.
La primavera ha venido
nadie sabe cómo ha sido.

Concebir la poesía en la escuela como un complemento para la formación afectiva, y no como un sostén del desarrollo íntegro de niños y niñas; disociar, especialmente en la infancia y adolescencia, lo emocional del conocimiento; subestimar en estas edades la capacidad de sumergirse en poesías más largas y de vocabulario más complejo; renunciar al silencioso instante de encantamiento y fascinación que produce la lectura de un buen poema en una clase de infantil o primaria, o, en el peor de los casos, pensar que los niños y las niñas son todavía seres prácticos y simples, incompletos, que no pueden entender la hondura de la poesía («Las personas mayores piensan que solamente ellas conocen la melancolía, la nostalgia y los sentimientos temporales […] Pero no es verdad. Los niños mantienen también sus conversaciones con el tiempo y esconden a veces una gota de melancolía en los ojos.» Luis García Montero2). Todo ello es triste y empobrece la educación. Y seguirá siendo así mientras la mirada a los más pequeños sea igualmente pobre y desconsiderada.

Confiemos en la infancia. Aprenderemos, sin duda.

José Federico Barcelona
Educador infantil (jubilado). Escuelas Infantiles Municipales de Granada.
jfbarna2011@gmail.com

Notas
1. Luis García Montero. Lecciones de poesía para niños inquietos. Madrid: Visor. 2016.
2. Juan Mata y Andrea Villarrubia. «Poesía grande para los más pequeños. Escuchar, sentir, pensar». In-fan-cia, núm. 88, noviembre-diciembre de 2004.

Bibliografía
1. Una selección de artículos, libros y blogs aconsejables Asociación Entrelibros. Declaración De la voz a las letras.
www.asociacionentrelibros.es/documentos/la-voz-las-letras/
Blog de Poesía Infantil y Juvenil: http://bibliopoemes.blogspot.com
Díez Navarro, Carmen. Poesías por alegrías. Apuntes poéticos para maestros en prosa. Barcelona: Octaedro-Infancia. 2003.

Escribano, Luz, y Remedios Sánchez García. Alforjas para la poesía. Antología poética para niñas y niños. Barcelona: Octaedro-Infancia. 2011.

García Montero, Luis. Lecciones de poesía para niños inquietos. Madrid: Visor. 2016.

Lage, J. J. Bibliotecas escolares, lectura y educación. Barcelona: Octaedro. 2013. Capítulo III. Animación a la lectura y Apéndices I y II (Citas y selección de álbumes ilustrados). Aunque el libro rebasa el propósito de esta bibliografía básica sobre poesía en la infancia, lo citado es aconsejable.

López Valero, Amando, Isabel Jerez y Eduardo Encabo. La poesía en Educación Infantil. Murcia: Universidad de Murcia.

https://digitum.um.es/digitum/bitstream/10201/17375/1/La%20poesía%20en%20Educación%20Infantil%20ALV.pdf

Mata, Juan, y Andrea Villarrubia. «Poesía para pequeños». Infancia, núm. 83, 84, 85, 86, 87 y 88. 2004.

www.rosasensat.org/revista/infancia-83-2/, pág. 41
www.rosasensat.org/revista/infancia-84-2/, pág. 41
www.rosasensat.org/revista/infancia-85-2/, pág. 43
www.rosasensat.org/revista/infancia-86-2/, pág. 43
www.rosasensat.org/revista/infancia-87-2/, pág. 38
www.rosasensat.org/revista/infancia-88-2/, pág. 44

2. Algunos ejemplos concretos de poesía seleccionada para niños y niñas

Ediciones de la Torre cuenta con una estupenda colección de libros de poesía de grandes poetas, adecuados a infantil 0-6 y primeros cursos bajo el título: [Nombre del o la poeta] para niños y niñas… y otros seres curiosos.

www.edicionesdelatorre.com/index.php/biblioteca-alba-y-mayo/color/316-amc03
También en Ediciones de la Torre: [Nombre del o la poeta] para niños y jóvenes. Otra buena colección de grandes poetas, en este caso adecuada a primaria y adolescentes. Yo nunca dejaría de hacerme con Eutimio Martín (ed.). Federico García Lorca para niños y jóvenes. Madrid: Ediciones de la Torre. 2014. Con dibujos de F. G. Lorca. Es una joya.

www.edicionesdelatorre.com/index.php/biblioteca-alba-y-mayo/poesia/14-biblioteca-alba-y-mayo/poesia

Fuertes, Gloria. El libro de Gloria Fuertes para niñas y niños. Versos, cuentos y vida. Barcelona: Blackie Books. 2017. Ilustraciones de Marta Altés.

García Lorca, Federico. Canciones, poemas y romances para niños. Barcelona: Octaedro. 2010.

Iglesias, Gracia. Marcelina en la cocina. Madrid: Jaguar. 2017. Colección Miau. Ilustraciones de Sara Sánchez. Divertidísimo.

Liao, Jimmy, escritor e ilustrador. Abrazos. Albolote: Barbara Fiore. 2016. Libro raro, sensible, hermoso, y raro.

Lionni, Leo, escritor e ilustrador. Frederick. Pontevedra: Kalandraka. 2018. Tampoco es un libro de poesía (aunque incluye una al final), sino sobre la importancia y necesidad de la poesía en la vida, en la sociedad, en la comunidad. Impagable final.

Los premios Ciudad de Orihuela de poesía para niños, también son aconsejables. Están editados por Kalandraka, Faktoría K de Libros.
Vendel, Edward van de. Entre palmas y aplausos. Albolote: Barbara Fiore. 2020. Ilustrado por Wolf Erlbruch.

Waechter, Philip, escritor e ilustrador. Yo. Santa Marta de Tormes: Lóguez. 2012. No es un libro con poemas, es una sabia reflexión sobre nuestra necesidad del otro desarrollada de una forma poética.

3. Un último consejo

Leer personalmente poesía es la mejor forma de aprender a llevarla a niños y niñas. Leer según el gusto de cada cual, sí, pero si es posible leamos a Federico García Lorca, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, Pablo Neruda, Wislawa Szymborska, Nicolás Guillén, Ángela Figuera, Lope de Vega, Antonio Carvajal, Elena Martín Vivaldi, Isabel Escudero, José Hierro, Gabriela Mistra, Eugenio Montejo, Gloria Fuertes, Mª Elena Walsh… (En la confección de esta reducida selección de poetas he sido aconsejado por Andrea Villarrubia.)

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