Infancia y sociedad. Repensando el sentido de las instalaciones en la escuela

Con la denominación genérica de «instalaciones» –y otros muchos nombres– se realizan actualmente diferentes propuestas que consisten en ofrecer un espacio de juego configurado mediante la presentación estética de objetos no estructurados. Pero, más allá de una «moda» justificada a veces desde la innovación, ¿conocemos en profundidad sus posibilidades y su sentido sociopedagógico basado en las verdaderas necesidades de las infancias? Con la mejor intención de proponer e invitar a la reflexión crítica sobre las «instalaciones», quisiéramos compartir algunas preguntas y muchos cuestionamientos.

«La instalación es una manifestación del arte contemporáneo que propone un espacio simbólico para representar una idea o mensaje intencionado […] a través de diferentes modos de interpretación e interpelación»
Javier Abad y Ángeles Ruiz de Velasco, 2014

¿Jugar aprendiendo o aprender jugando?
Desde nuestro recorrido e investigación de más de veinte años y como autores de la idea originaria de las Instalaciones de Juego –de la que han partido otras denominaciones o iniciativas con parecido naming–, hemos reflexionado en estas propuestas a partir de su sentido basado en el «jugar aprendiendo», que se explica desde la esencia de la lúdica relacional como generadora de conocimiento, y no en el extendido «aprender jugando» que se asume como lema y justificación pedagógica. Apenas un sutil matiz y casi un juego de palabras, pero es una importante diferencia entre las instalaciones diseñadas para la exploración, la provocación o estimulación, la experiencia inmersiva, el aprendizaje de contenidos curriculares o la celebración de diferentes temas, y las que se proponen con y desde el cuidado en la vida de relación, la atención conjunta y la creación simbólica.

Así, en su origen, las instalaciones en las escuelas infantiles fueron concebidas por sus autores para disponer un espacio de juego compartido, inspirado en la estética del arte contemporáneo, y ofrecido para su transformación a través de las diferentes acciones simbólicas de un grupo estable de niñas y niños en interrelación con adultos referentes que acompañan y reconocen el relato lúdico que surge del juego libre. Es decir, espacios de confianza donde las infancias pueden contar su propia historia y compartir ese relato.

Una propuesta muy diferente, quizás, a las que se ofrecen ahora desde su originalidad en las redes sociales y que, seguramente con la mejor intención, transmiten la idea de convertir las escuelas en miniparques temáticos, laboratorios de experimentación con virtualidades proyectadas, oscuridades de luz negra y otros artificios que generan una sobreestimulación con paisajes simulados en pantallas que las criaturas no necesitan.

Por tanto, no es nuestra pretensión ser «aguafiestas» para nadie, tan solo insistir en la urgencia de detenernos a reflexionar desde la responsabilidad de haber transmitido un mensaje que se ha podido interpelar e interpretar en la creación de montajes excesivos que, con el nombre genérico de «instalaciones» o «escenografías», son más propios de museos o salas de exposiciones que de lugares para la calma, el vínculo y los cuidados.

Por tanto, nos adscribimos a jugar para aprender, pues, en ningún caso, la propuesta originaria de las instalaciones fue concebida con una intencionalidad didáctica –o para la innovación educativa mediante una «ficha gigante», escala 1:1– sobre cualquier tema o contenido de la programática escolar. E incluso, más allá de una justificación de la lúdica como «herramienta», «estrategia» o «instrumento», nos preocupa esa vorágine ya aludida que propone el juego libre para la estimulación temprana, la detección y la provocación.

Y no solo ha surgido esta tendencia asociada al hashtag o etiqueta de «instalaciones» en tableros Pinterest y publicaciones de Instagram, sino también en revistas universitarias o de divulgación pedagógica con diferentes artículos y tfg sobre este tema que, desde una necesidad de acreditación en base a citación y aportación de metadatos al sistema, se validan por personas expertas ciertos conceptos basados en el «aprender jugando» que intentan explicar el juego libre por fases o se asocian a la «experimentación múltiple» y la «multisensorialidad», que son generadoras de experiencias con el entorno, pero no necesariamente entre iguales y con adultos desde una dimensión relacional y simbólica.

Pero… ¿qué son las instalaciones y qué diferencia hay entre las muchas propuestas?
Como ya hemos comentado, el nombre genérico de «instalaciones» es ahora tendencia educativa y está de moda en el diseño de espacios de juego de escuelas infantiles que, incluso, han desplazado otras propuestas anteriores como el cesto de los tesoros y el juego heurístico de la pedagoga Elinor Goldschmied, pero quizás no de la misma manera o intención que la autora definió en sus diferentes publicaciones e investigaciones en las que trabajó hasta muy avanzada edad. Algo similar, y sin ánimo de hacer comparación, sucede con las instalaciones pues, como propuesta educativa desde su idea originaria en 2002, es revisada y actualizada por sus autores al ser una investigación viva y dinámica.

“El nombre genérico de «instalaciones» es ahora tendencia educativa y está de moda en el diseño de espacios de juego de escuelas infantiles”

Esta aportación fue posible desde el encuentro profesional y personal entre la labor de un artista contemporáneo que realizaba instalaciones (añadir el «apellido» de artísticas no sería necesario pues estas manifestaciones son propias del ámbito artístico y resulta entonces una redundancia, algo similar a decir el «juego lúdico») y la formación de una psicomotricista relacional con experiencia en las aulas de Educación Infantil, además de docentes universitarios e investigadores que realizaron sus tesis doctorales y diferentes publicaciones y exposiciones pedagógicas con el tema que ofrece título a este artículo. Es decir, en la intersección entre arte, pedagogía y una vocación por ejercer la vida lúdica.

“Como todo aquello que es vivo y crece o mejora en su reflexión, las Instalaciones de Juego se desarrollan ahora con el uso de unos objetos específicos que atienden a criterios de seguridad y posibilidad de relación y simbolización, más allá de lacontemplación y la exploración.”

De inicio, nuestra principal aportación fue realizar o llevar las «instalaciones artísticas» a las escuelas infantiles y otros espacios educativos, pero no como una escenografía para la celebración de días especiales o eventos de actividad discontinua (quizás así se hiciera en Reggio Emilia), sino con una periodicidad habitual en el horario y calendario escolar de manera sistemática y documentada que implica la tarea de un equipo interdisciplinar.

Así, se llamó a la propuesta en su inicio «Instalaciones Artísticas en la escuela infantil», después «Instalaciones de Juego Simbólico y presimbólico» y, actualmente y de manera definitiva, «Instalaciones de Juego», pues es su acepción más breve y ambas palabras son las más importantes para definir la propuesta, ya que expresa la intersección entre la dimensión estética del arte y la dimensión socioeducativa de la lúdica. Es decir, como todo aquello que es vivo y crece o mejora en su reflexión, las Instalaciones de Juego se desarrollan ahora con el uso de unos objetos específicos que atienden a criterios de seguridad y posibilidad de relación y simbolización, más allá de la contemplación y la exploración. Y siendo las educadoras partícipes del juego «desde dentro», al atender y reconocer el relato lúdico que debe evolucionar desde aquello que proponen las niñas y los niños, pero no «desde fuera» como observadoras y así se explica en otras publicaciones.

Estas diferencias y características son fundamentales entre las Instalaciones de Juego y otras iniciativas de muy parecido nombre y que proponemos sean denominadas como «espacios lúdicos» y evitar (o al menos, minimizar lo más posible) tanta confusión como existe actualmente, pues, por ahora, resulta difícil responder a esta pregunta: ¿por qué tanta diversificación en el nombre de la propuesta? O, dicho de otra manera, ¿qué necesidad o intereses hay para llamar a casi lo mismo de tantas y diferentes maneras siendo muy parecidas? Como ejemplo, algunas de las denominaciones recopiladas y que encontramos actualmente en las redes son estas: instalaciones educativas, instalaciones pedagógicas, instalaciones creativas, instalaciones estéticas, instalaciones artísticas educativas, instalaciones psicomotrices, escenografías de juego, arquitecturas efímeras, instalaciones inmersivas, instalaciones holísticas, propuestas inclusivas de juego y arte, etc. Y, si se añaden palabras como «inmersivo» o experimental, la combinación es infinita.

“¿Qué necesidad o intereses hay para llamar a casi lo mismo de tantas y diferentes maneras siendo muy parecidas?”

Y aunque los nombres son importantes (al igual que la elección del de nuestras hijas e hijos, pues historizan y dotan de identidad), la dificultad que señalamos y la reflexión que proponemos no está solo realmente en cómo se ha rebautizado la propuesta en su denominación. Así, regresando a la memoria de Elinor Goldschmied, ¿alguien puede imaginar, por afán de diferenciación u otros motivos, el cambio nominal de cesto de los tesoros por «cofre de los tesoros»? Seguramente la autora no estaría de acuerdo pues cambia radicalmente su sentido, ya que el cesto hace referencia al contexto del hogar, es abierto y un lugar para ser llenado y vaciado, muy diferente a las intenciones del otro envase (valga la metáfora: misma tela con la que se puede coser un traje de noche o un «disfraz»). Pero, realmente, la circunstancia que ha complejizado y añadido más ruido a esta situación ha sido la libre interpretación que se ha hecho de la idea originaria de las instalaciones en la escuela, aunque sus autores han dejado escrito su desarrollo en libros y diferentes artículos. ¡Por supuesto que es posible y se aceptan nuevas aportaciones!, pero se debe respetar en su adaptación la idea de la que partió la propuesta y su revisión.

“La circunstancia que ha complejizado y añadido más ruido a esta situación ha sido la libre interpretación que se ha hecho de la idea originaria de las instalaciones en la escuela, aunque sus autores han dejado escrito su desarrollo en libros y diferentes artículos.”

Para intentar explicar mejor las diferencias entre las Instalaciones de Juego y los espacios lúdicos (que incluyen las «escenografías», «provocaciones», «invitaciones», «propuestas» «territorios», «entornos», etc.), compartimos este cuadro-resumen elaborado a partir de la información recogida en internet, entendiendo que pueden existir diferentes matices.

Respondiendo algunas preguntas…
Para complementar esta necesaria aclaración, respondemos también algunas preguntas que recogimos en los encuentros y formaciones que hemos compartido en estos años:

¿Por qué tan pocos objetos y siempre los mismos?, ¿dónde está la sorpresa?
El listado de objetos es muy reducido pues el cambio continuo y la sorpresa no favorecen un marco estable o encuadre que las infancias necesitan en la presencia y permanencia (sucede igual que el cuento que solicitan cada noche y debe ser siempre el mismo). Así, en nuestra investigación, comprobamos que piden los mismos objetos para continuar el juego donde lo dejaron en la anterior sesión y no comenzar de nuevo con la novedad.

¿Por qué no se usan materias sensoriales en la propuesta de las Instalaciones de Juego?
Cuando las infancias experimentan con materias u objetos sensoriales –papel triturado o higiénico, harina, gelatina, agua, etc.– tienen una experiencia concreta y centrada en el aquí y el ahora que debe ser siempre vivida en su propio contexto de realidad (la naturaleza o espacios exteriores). El ensimismamiento y la individualidad no permite la evocación de lo ausente o la simbolización que es un acuerdo mediado con los otros.

¿Por qué las Instalaciones de Juego no tienen un tema, título u objetivos didácticos?
Los espacios para el juego libre no deberían tener un tema ofrecido por el adulto –colores, formas, estaciones del año, Carnavales y un largo etc.–, tampoco un título para trabajar contenidos curriculares y objetivos didácticos, pues se inhibe la expresión libre del imaginario infantil que será quien nombre y renombre el lugar de juego desde su necesidad. Por tanto, las Instalaciones de Juego no es una metodología, ya sea holística o instrumental, sino un «lugar de símbolo» para ensayar y compartir la vida de relación.

¿Por qué no se usan proyecciones virtuales, pantallas, luz negra o sonidos?
Todos estos efectos inmersivos desvían la atención de lo importante, ya que ofrecen una artificialidad alejada de la necesidad de las infancias que es explicarse y entenderse en la vida real y la recreación simbólica de esa realidad. Y si las imágenes llegan «desde fuera» o elegidas por el adulto, inhiben las potencialidades infantiles que nacen «desde dentro». Es decir, desde su propio imaginario y la capacidad de crear en la imaginación lo que no existe o no se ve. Mención aparte para los ambientes estimulantes o espacios de impacto y motivadores que demandan no pocos recursos a las escuelas y que, en el caso de la luz negra, tiene un riesgo que advierten los oftalmólogos en la recomendación de no exponer a las criaturas a esta radiación (por muy espectacular que sea su efecto).

¿Por qué es importante ofrecer un espacio de belleza o presentación estética?
La configuración de las Instalaciones debe ser sencilla y ordenada. Ahí reside su belleza, pues la manera de presentar los objetos influye en la calidad del juego (pero no como provocación, sino invitación desde la seducción estética Reggiana). La transformación consciente del espacio lúdico es ya una experiencia estética compartida y el estudio para su comprensión sociopedagógica tiene el mismo valor que el esmero en su preparación.

¿Y cuáles son las verdaderas necesidades de las infancias?
Las Instalaciones de Juego (libre) y al no basarse solo en la exploración y la manipulación, permiten que la expresión del imaginario emerja y se movilice o desvele el mundo interior –consciente y no consciente– si así lo desean las niñas y los niños desde la confianza e interrelación con sus iguales y los adultos referentes. Así, dan sentido a sus emociones o deseos y también a sus dificultades –temores, celos, gestión de la espera o frustración, por ejemplo–. Surge así la comprensión de la necesidad de reconocimiento, de escucha y entendimiento, etc. Es decir, la construcción de la identidad en la relación con otros.

La revisión del sentido de las Instalaciones sugiere una buena oportunidad para crecer desde la reflexión y conversación que compartimos en comunidad, siempre con la mejor intención de ofrecer espacios de calidad a las niñas y los niños para su bienestar y bien-ser.

Para finalizar y seguir en la reflexión con más preguntas…
Las Instalaciones han tenido una gran acogida y rápida difusión en los centros educativos (incluso ahora son temario de oposiciones o valor añadido en concursos de licitación, además de ser incluidas en asignaturas de Educación Artística de muchas universidades y planes de estudio de Ciclos Formativos de Educación Infantil). Pero esa inmediatez y su explosión en redes sociales con miles de imágenes nos obliga también a ser muy críticos.

Por ello, compartimos estas 3 cuestiones que, desde nuestra opinión, no están resueltas:
• ¿Por qué en internet se muestra mayoritariamente imágenes de las Instalaciones en el «antes» –la presentación de la «mesa de Navidad»– y no en el «durante» para ofrecer y reconocer así los procesos del juego? No es necesario mostrar las identidades o rostros de las niñas y los niños si sabemos mirar y narrar. Revisemos también la alimentación de las redes desde el sentido de compartir en comunidad y no para la satisfacción de los likes.

• ¿Qué necesidad hay de justificar las instalaciones desde la «inspiración» en la obra de artistas contemporáneos? (como es el caso recurrente de Yayoi Kusama para trabajar el círculo, que es realmente la manifestación de una enfermedad mental obsesiva de la artista). O de Jackson Pollock para proponer una actividad-de-toda-la-vida con pintura de dedos y gelatina en el aula de bebés. O de otros artistas contemporáneos que se citan para justificar las instalaciones en la escuela desde la innovación o el marketing educativo.

• ¿Qué intención tiene en la escuela la preparación de una instalación durante horas (si no es para la foto), cuando existen tantas tareas a realizar en el día a día que demandan, aún más, el empeño de las educadoras? El esmero ya aludido no se refiere a la cantidad –de tiempo y materiales–, sino a la calidad en el sentido de lo qué hacemos y el por qué lo hacemos, más allá de la mera diversión y el «qué guay» como comentario en las redes.

En resumen, consideramos que el valor de las instalaciones en la escuela reside en el apasionamiento de los equipos educativos en su propuesta, desarrollo y narración. Y es de justo reconocimiento su esfuerzo en la mejor preparación de estos espacios de juego libre para las infancias que, más allá de servir como ilusión, motivación artística o antirutina (sin dar más tarea o ser una fatiga extra), permiten ser más conscientes del sentido e importancia de ofrecer «lugares de símbolo» para la transformación –y no agitación– de los contextos educativos y el proyecto compartido que celebra el aprender y ser juntos.

Javier Abad y Ángeles Ruiz de Velasco,
profesores universitarios, formadores y
autores de las Instalaciones de Juego.
@instalaciones_de_juego

Bibliografía
Ruiz de Velasco, A., y J. Abad: El juego simbólico. Barcelona: Graó, 2011.
– El lugar del símbolo, el imaginario infantil en las instalaciones de juego. Barcelona: Graó, 2019.

Subscriu-te al nostre butlletí!

Vols rebre informació sobre totes les novetats formatives i activitats de l'Associació?
Subscriu-t'hi!

Escoles/Universitats amigues

Ets un centre educatiu que vol participar i cooperar amb equips de mestres compromesos amb la millora de l’educació a Catalunya?
Associa't i forma part de la xarxa!