Vida al aire libre

EQUIPO ESCUELA INFANTIL VALLDAURA
Maria Arribas, Maria Jesús Echeverria, Laura Fernàndez-Cavada, Neus Garcia, Teresa Gené, Jeanne Hansen, Lourdes Pujalte, Ona Vargas.

Pasar más tiempo al aire libre en la Escuela Infantil Municipal Valldaura significa tomar decisiones sobre la práctica educativa relacionadas con el hecho de pasar más tiempo en el exterior. Los espacios, los materiales, las relaciones que se producen posibilitan experiencias que permiten desarrollar y transmitir una visión y unos hábitos más ecológicos y sostenibles.

El bienestar que nos produce el contacto estrecho con el entorno natural proviene de la necesidad que tenemos los seres humanos de mantener los vínculos que nos vinculan con la naturaleza.

Cada vez más, las ciudades nos van alejando de nuestros orígenes más biológicos: los instintos, los olores, la mirada atenta, el contacto con los elementos naturales, la tierra, el agua, el aire… Tomar consciencia y fomentar un estilo de vida sostenible es lo que nos hace construir un proyecto de escuela que nos defina.

Partimos de la idea de reencontrar el ambiente y los elementos que tenemos al alcance para ayudar a crear un clima que favorezca la conexión de los niños con la naturaleza; una escuela con espacios abiertos que permita pasar gran parte del día al aire libre. El valor que destacamos del espacio exterior tiene que ver con la concepción no diferenciada de dentro y fuera. Habitualmente, y si el tiempo lo permite, sea invierno o verano, tenemos la oportunidad de hacer fuera lo que por definición se concibe para hacer dentro.

El clima mediterráneo del que disfrutamos, nos favorece en este sentido. Podemos disponer de toldos si hace mucho sol, resguardarnos si llueve y abrigarnos si hace más frío. Todo eso lo podemos hacer en el jardín. Por ejemplo, tenemos la suerte de poder realizar las comidas al aire libre. Si es invierno, nos podemos poner las chaquetas, y a veces al mediodía ni siquiera nos hacen falta.

Las familias están acostumbradas a que a menudo las recibamos en el jardín y también las despedimos ahí. Además, las entradas y salidas no tienen un horario fijo. Los familiares pueden acompañar y quedarse con los niños y niñas una buena parte del día. Un espacio compartido por toda la escuela facilita que los niños y niñas se relacionen entre las distintas edades y también con los familiares.

Es importante que ya de muy pequeños los niños no pierdan la oportunidad de desarrollar las habilidades intelectuales, emocionales y físicas que les proporciona un contacto más directo con el entorno natural. Experimentar, observar, resolver situaciones o retos… Así pues, la escuela se convierte en motor de cambio, y a partir de pequeñas acciones cotidianas podemos ayudar a crear una consciencia ecosocial y establecer vínculos con la comunidad. Poder ofrecer un tiempo y un espacio para compartir nos ha llevado a desarrollar un proyecto que facilita a las familias crear redes de amistad, conocimientos y solidaridad. Por otro lado, la asociación de familias gestiona y puede hacer uso del jardín una vez finalizada la jornada y fuera del horario escolar.

 

¿Qué impacto tiene el entorno en el niño, cómo afecta a su bienestar y a la manera de relacionarse?

Cuando estamos al aire libre, la percepción del tiempo cambia. Un espacio abierto y estructurado en varios ambientes invita a las relaciones, la creatividad, el juego libre, autónomo y espontáneo, presentando retos a los niños y niñas que les proporcionarán un mejor desarrollo neurofisiológico.

El uso de elementos naturales para el juego, así como la sustitución de juguetes por materiales reciclados, ayudan a fomentar una concepción respetuosa con el medio ambiente. Al mismo tiempo y en cuanto al espacio, una distribución intencionada de las plantas, troncos y ambientes, proporciona un material vivo que invita a crear espacios propios, “alejados” del adulto, a ser más flexibles y capaces de gestionar las sorpresas y las emociones.

Nuestro paisaje vital fluye con los cambios del entorno. Tenemos a nuestro alcance una riqueza de materiales como la arena, las plantas, las hojas y los frutos que caen de los árboles. Tenemos la luz, las sombras y los animales. La atención se agudiza y los niños lo perciben. Todo ello nos ofrece también la oportunidad de trabajar valores como la autoestima, la colaboración, la autorregulación, etc. De esta manera sencilla pero constante, vamos creando una mayor sensibilidad hacia la Tierra y transformando los pequeños hábitos cotidianos para ser más respetuosos con el medio ambiente.

La riqueza del espacio exterior, entre otras cosas, nos posibilita vivir el paso del tiempo. Los cambios meteorológicos en las distintas estaciones forman parte de los ciclos naturales ligados a nuestro jardín y nuestro huerto.

Cuando hablamos de tomar las comidas al aire libre, estamos pensando que, al margen de la intimidad y el diálogo que suelen proporcionar estos momentos, tenemos la posibilidad de comentar la relación entre la comida y su origen: las lechugas del huerto, qué comen los pájaros…, o simplemente la sensación de calma que nos proporciona compartir un buen rato bajo los árboles.

Cada grupo de edad sigue su propio proceso para comer en el jardín. Explicamos a las familias la importancia del bienestar que aporta comer fuera y las condiciones adecuadas para hacerlo. Para llevar a cabo este proyecto hace falta su colaboración y la escuela les facilita que puedan ver y participar de la experiencia para comprenderla mejor.

El cuidado de las plantas y de los animales que conviven con nosotros

Al aire libre, podemos disfrutar del fresco de buena mañana o del sol de mediodía. Escuchar el silencio del viento o el canto de los pájaros. Vemos como los árboles cambian de color, les caen las hojas o salen los primeros brotes primaverales. Las oportunidades de juego y experimentación son múltiples y variadas.

En otoño empiezan las tareas del huerto: mezclar el abono con la tierra, retirar las plantas muertas y empezar otra vez el ciclo de compostaje con los residuos de la fruta que comemos y de las hojas secas.

Con las frutas y las verduras que recogemos del huerto y del jardín, podemos elaborar ensaladas y mermeladas, hacer pequeños obsequios de aniversario con las flores, infusiones, construir materiales de juego y decoración… Descubrimos a las hormigas, los mirlos, las abejas, las mariposas, las tórtolas…, día a día vamos conociendo nuestro entorno más natural.

Cultivar, cuidar y observar el nacimiento de las plantas, el crecimiento de las verduras y de los frutos, nos hace conocedores de este proceso natural. Esta experiencia nos conecta con los ciclos de la vida.

 

Bienestar y salud

El bienestar que nos proporciona la proximidad con el entorno natural afecta directamente a nuestra salud. El impacto de la naturaleza –el viento, el frío o el calor, el agua, las hojas, los troncos– genera unas sensaciones fisiológicas que los niños y niñas van reconociendo. Ello les aporta autoconocimiento sobre lo que necesitan y les proporciona autonomía en la satisfacción de estas necesidades. Aprenden a autoregularse: ¿Hace calor, hace frío? ¿Me pongo o me quito la chaqueta, los zapatos? ¿Quiero andar descalzo? ¿Entro un rato a la clase o sigo jugando en el patio?, etc.

Hacer vida al aire libre fomenta la salud tanto física como psíquica de los niños y niñas. La naturaleza facilita un crecimiento personal y emocional más armónico; la emoción motiva la acción de experimentar, de descubrir y de relacionarse.

Este espacio amplio, rico, verde y menos ruidoso, proporciona sensación de calma, belleza y, por lo tanto, bienestar.

 

 

Per terminar…

Vivir y convivir con la naturaleza es esencial para un crecimiento integral. Los beneficios que aporta nos conectan con nuestro pasado ancestral, mejoran nuestra salud psíquica y física, aprendemos a ser más autónomos y al mismo tiempo más cooperativos.

La escuela tiene que ser impulsora y polinizadora de este cambio de paradigma. La comunidad educativa tiene la responsabilidad de crear nuevos valores y una cultura ecosocial para la mejora de la vida y de nuestro entorno.

Amar y tener recuerdos de este contacto con el entorno natural, el placer del juego, los descubrimientos y observaciones y las experiencias del día a día, nos plantea un reto enorme: debemos cambiar nuestra manera de funcionar y de vivir en nuestro planeta. Ante la crisis ecológica que nos lleva hacia un mundo que cambia tan rápidamente, resulta imprescindible ser respetuosos con el que hemos heredado y con lo que vamos a dejar.

La semilla ha sido sembrada… A menudo, al cabo de los años, algunos niños vuelven a visitarnos y a jugar en el jardín. El recuerdo de este jardín especial forma ya parte de su historia.


Bibliografía

The World watch Institute. Educación ecosocial. Cómo educar frente a la crisis ecològica. Fuchemeco social i Icaria editorial.

Cyril Dion, Mélanie Laurent. Demain (Documental). França.

Heike Freire. Educar en verd. Graó.

 


EQUIPO BRESSOL VALLDAURA
Maria Arribas, Maria Jesús Echeverria, Laura Fernàndez-Cavada, Neus Garcia, Teresa Gené, Jeanne Hansen, Lourdes Pujalte, Ona Vargas.

 

 

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