Historia de la educación. El pensamiento de Jerome Bruner

La idea central del pensamiento de Bruner Pablo García Túnez podría expresarse así: El desarrollo de la mente no es fruto de la evolución biológica ni de la suma de biología y cultura, sino de la interacción dialéctica entre ambas…

«La Educación… es una empresa compleja: Adaptar una cultura a las necesidades de sus miembros,
y adaptar sus miembros y sus formas de conocer a las necesidades de la cultura.»
J.S.B.

¿Quién es Jerome Bruner?1
Jerome Seymour Bruner nació en Nueva York en 1915. Su padre, un judío polaco de convicciones laicas, y una hermana, bastante mayor que él, fueron sus más fuertes referentes familiares. Aunque la prematura muerte de su padre y la distancia en intereses, que no en afectos, con su hermana, lo llevaron a vivir la universidad como su auténtico hogar2. Fue también su entrada en la universidad lo que le ayudó a cerrar el duelo por la muerte de su padre, si es que alguna vez llegó a cerrarlo.

Entre sus maestros en Duke (Carolina del Norte), cabe destacar a Mc Dougall, Adams y Zener. Tras su estancia en esta universidad, donde trabajó intensamente en laboratorios de conducta animal, se doctoró en Harvard, donde además de poder escuchar a grandes profesores, como Goldstein, Allport, W. James, etc. vivió una rica experiencia de colaboración y auténtico aprendizaje cooperativo con sus compañeros de doctorado, entre otros, Cartwrigth, Sanford o Jeannie Graves. En 1941 se doctoró en Psicología en Harvard y allí fundó en 1960 el Centro de Estudios Cognitivos.

De temperamento crítico, incluso rebelde, es, al mismo tiempo, una persona que se ha sometido siempre al método científico de manera coherente y honesta. Sus múltiples actividades van desde la investigación a la terapia de niños con dificultades y desde su propio psicoanálisis a una intensa participación en tareas científicas de apoyo a los aliados en la Guerra. Pero entre sus compromisos intelectuales y vitales destaca su interés por el desarrollo del conocimiento como eje del desarrollo psicológico y la influencia de la cultura y, por lo tanto, de la escuela, en el proceso evolutivo.

Una palabra sobre su pensamiento
No resulta fácil resumir el pensamiento de Bruner, porque su perfil, dentro de la Psicología, tiene algo de humanista3. Junto con una preocupación básica por las relaciones entre desarrollo y educación, se interesa por el lenguaje, la percepción, etc. Y, de un modo muy especial, por la influencia de la cultura en los modos de conocer. De ahí que su interés por la educación y la escuela sea evidente a lo largo toda su obra. Quizá la idea central del pensamiento de Bruner podría expresarse así: el desarrollo de la mente no es fruto de la evolución biológica ni de la suma de biología y cultura, sino de la interacción dialéctica entre ambas4. Por lo tanto, la cultura es integrada y a la vez transformada por el niño y todo ello en un proceso relacional que va desde la heteronomía del pensamiento a la independencia y la creatividad. En este sentido, su psicología no sólo nos recuerda a Vigotsky, de cuya obra es un gran conocedor e incluso continuador, sino que también encontramos cierta resonancia con autores como Wallon e incluso a algunos de un ámbito intelectual alejado, como Winnicott5. Conoció profundamente la obra de Piaget de la que fue respetuosamente crítico y tuvo algún encuentro con Luria, lo que reforzó aún más su interés por la obra de Vigotsky y por el estudio del lenguaje y su influencia en el desarrollo.

Relacionar a Bruner con Vigotsky es inevitable, porque, en palabras de Jesús Palacios, «en buena medida, ha sido a través de las ampliaciones y desarrollos aportados por Bruner, como la obra de Vigotsky ha llegado a hacerse tan popular entre nosotros». Conceptos tan centrales en la obra del gran psicólogo ruso como la zona de desarrollo próximo han sido remodelados y complementados por Bruner. En este caso con su idea de andamiaje.

En resumen, el pensamiento de Bruner se sitúa en la línea del cognitivismo del que puede considerarse un gran impulsor, crítico y reformador; continuador de las ideas del constructivismo social de Vigotsky y constantemente preocupado por la educación.

De la psicología del aprendizaje a la psicología de la resolución de problemas
He tomado prestadas palabras del propio Bruner como título de este apartado. Para Bruner, el desarrollo cognitivo es un proceso tanto de fuera hacia dentro como de dentro hacia fuera. El niño, en función de su edad, utiliza determinadas técnicas, de una caja de herramientas aportada por la cultura, para representarse la realidad, es decir, el mundo en que vive. En un segundo tiempo, tiene que integrar lo representado, o sea, organizarlo en unidades progresivamente superiores, de manera que le sea útil para resolver problemas, para ir más allá de lo concreto aprendido. Este mecanismo recuerda al de asimilación-acomodación propuesto por Piaget, aunque el niño de Bruner es más actor de su propio proceso y la interacción con el medio es más dialéctica.

Las técnicas utilizadas en la representación de la realidad, la acción, la imagen y el símbolo, siguen, según el propio Bruner, el curso evolutivo del niño y constituyen un engranaje, de modo que el mayor o menor éxito de cada una depende de la madurez de la anterior. Pero se trata de un esquema que se mantiene a lo largo de la vida y que, en cierto sentido, remite no sólo a la evolución del individuo, sino de la especie. El lenguaje, como manifestación más genuina de lo simbólico, es motor y, a la vez, expresión del pensamiento, conquista de la especie humana que se reproduce en el desarrollo de cada individuo.

Me parece conveniente llamar la atención sobre la importancia que para la educación tiene este doble aspecto secuencial y cíclico de las formas de representación. Por un lado, para ajustarse en los modos de enseñar a la secuencia y por otro, para no abandonar el estímulo de ninguna de las formas de representación en las sucesivas edades.

En cuanto a la integración de las representaciones, aquí también Bruner avanza y matiza el esquema estructuralista. Y se acerca también al pensamiento de Ausubel. El niño, a partir de las representaciones de la realidad, debe identificar atributos, hacer hipótesis, contrastarlas, reformularlas… Y así va construyendo los conceptos, las relaciones entre las categorías, etc. Un conjunto de esquemas que le van a servir para resolver problemas. No es la solución de un problema concreto lo que interesa que aprenda el niño, sino los esquemas y mecanismos que debe aplicar en la búsqueda de soluciones. Esto irá ampliando no sólo su acervo de conocimientos, sino a la vez, su bagaje de estrategias.

La importancia de la educación También nombro este apartado con palabras de Bruner. La importancia de la educación es el título de uno de sus libros (en inglés: The Relevance of Education).

La educación en general y la escuela como espacio de creación de conocimiento y representante genuina de la cultura, son elementos clave en la psicología de Bruner.

Bruner llega a vivir con auténtica pasión sus posiciones en el tema escolar. Acontecimientos históricos como la Segunda Guerra Mundial, pero muy especialmente la Guerra de Vietnam y toda la política en torno a ella, ponen de relieve las contradicciones del sistema educativo en los Estados Unidos y llevan a Bruner a adherirse a corrientes socioeducativas muy críticas con el papel jugado por la escuela como instrumento de transmisión de los valores dominantes y de la perpetuación de las clases. De aquí su preocupación por la igualdad de oportunidades (ver Pobreza e Infancia) y una atención especial a sectores marginados y también a los primeros años de la vida del niño, por ser en estos en los que se construyen las bases de su estilo de conocer y pensar.

Bruner plantea una propuesta pedagógica orientada al completo desarrollo del niño y lo hace desde el principio con modestia profesional: en un momento de auge de la psicología evolutiva y de la educación, advierte con énfasis que no es posible llevar la psicología a la escuela sin el concurso de la pedagogía, sin la intervención decisiva de los maestros y con los aportes de otras disciplinas científicas.

Si hubiera que subrayar una idea motriz de Bruner sobre la enseñanza, señalaría la del niño como protagonista del proceso de aprendizaje. La educación no debe basarse en la transmisión de conocimientos, sino en ayudar al niño a descubrir y construir; a integrar y relacionar conceptos partiendo de su propia experiencia.

El aprendizaje por descubrimiento debe ser el eje de la enseñanza. La heurística es clave de su pedagogía: «La experiencia personal del descubrimiento es imprescindible para el aprendizaje significativo.»

No es menospreciar la tarea docente, sino todo lo contrario, dignificarla. El maestro es mediador del aprendizaje y también puente entre la cultura y el niño, porque no sólo le aporta conocimientos, sino que le ayuda a construir sus propios mecanismos de aprender.

La educación es un proceso relacional. El maestro proporciona los «andamios» imprescindibles para la construcción del conocimiento, pero debe tener la sensibilidad de ir retirándolos en la medida en que el desarrollo del niño lo vaya permitiendo.

Por lo tanto, el maestro debe saber valorar la predisposición del alumno al aprendizaje en cada etapa, seleccionar minuciosamente el material para aportar y organizarlo de la manera que resulte más efectivo y en un formato adecuado a la edad y las capacidades del alumno.

Siempre contando con el medio en que éste se desarrolla y con sus experiencias previas.

En lo relativo al curriculum, la idea que tiene Bruner no es radicalmente nueva ni extravagante, como en algún caso se haya podido deducir de su famosa frase «cualquier materia puede ser enseñada a cualquier niño de cualquier edad en forma a la vez honesta y eficaz». En primer lugar hay que reconocerle el valor de decir algo que es de sentido común y es que las cosas, por muy complejas que sean, en general pueden explicarse de manera sencilla. Claro que para eso hay que saberlas muy bien. Esta frase de Bruner hay que entenderla aplicada a lo que él llama el curriculum en espiral: Se trata de trabajar los mismos contenidos cada vez con más profundidad y partiendo del núcleo central, de la estructura básica del tema.

La escuela proporciona un espacio, un contexto, unos materiales y un tutor que dinamiza el proceso de enseñanza- aprendizaje. Y todo esto en una especie
de diálogo entre el maestro y el niño, algo que recuerda al método socrático6. Para ilustrar su pensamiento respecto al curriculum, Bruner desarrolla varios ejemplos, tanto en el campo de las llamadas ciencias como en el campo de las llamadas humanidades. Merece la pena, en particular, su trabajo llamado «El hombre, un tema de estudio»

El papel de la cultura
En el proceso dialéctico que es el desarrollo, el individuo y la cultura son los polos que interactúan haciéndose mutuamente el uno al otro.

La cultura no impregna de manera indiscriminada al niño, ya que éste pone en juego discriminación y selección en el proceso de conocer.

Pero es evidente que «las diferencias culturales producen formas de pensar diferentes». Por tanto, cultura, educación y desarrollo psicológico son inseparables y la escuela es el catalizador más potente de este proceso.

Uno de los grandes valores de Bruner ha sido el intento de integrar en su teoría, no sólo sucesivamente, sino incluso simultáneamente, diversas variantes de la psicología del conocimiento.

Partiendo de la lógica cognitivista, ideas estructuralistas, culturalismo y, sobre todo, el constructivismo social forman parte de su discurso: La formación del conocimiento sigue una serie de pautas lógicas, pero permanentemente condicionas por la cultura. Por otra parte, la realidad no es unívoca y tiene diversas lecturas compatibles entre sí. La educación y, por lo tanto, la escuela, tiene que asumir este compromiso.

El pensamiento de Bruner está expuesto, como todo pensamiento libre, a múltiples contradicciones. Las antinomias, las contradicciones, los conflictos forman parte de la ciencia y de la vida.
Y también el intento de resolverlos. Bruner se encuentra en una encrucijada entre los modos de aprender y de formar conceptos «científicos», basados en una lógica aparentemente inmutable y las formas «culturales» o quizá «populares» en las que los conocimientos se hayan enmarcados en creencias y narraciones de la realidad propias de un determinado contexto social.

Bruner considera que la escuela debe valorar ambas formas de conocer y saber y hacerlas compatibles. No se trata de un relativismo absoluto, pero sí de excluir las formas dogmáticas de pensamiento. No se trata de descartar las deducciones lógicas, pero sí de dar cabida a la heurística, a los matices que aporta el contexto y a la creatividad.

La cooperación en el aprendizaje es otro de los pensamientos pedagógicos de Bruner. En línea con el papel de la cultura y también con el rol que juega en ella el lenguaje, la construcción del pensamiento tiene un carácter social determinante.

En este sentido, en la escuela, no es sólo el maestro quien aporta los materiales para aprender, sino que existe un intercambio horizontal que permite sumar los hallazgos de cada uno y generar conocimiento.
También es muy relevante su preocupación por la educación de los más desfavorecidos. Señala el riesgo que representa la pobreza en el desarrollo psicológico y propone aportes especiales que la escuela debe hacer en estos casos, así como en niños con discapacidades, un terreno en el que también tuvo experiencia profesional.

A modo de conclusión
Muchas son las cosas que podrían escribirse de un autor tan prolífico. La intención de este artículo es sólo esbozar algunas de ellas y, si es posible, generar interés por la lectura de su obra.

No es la intención de Bruner sentar cátedra definitiva sobre el desarrollo psicológico o la educación. Como gran pensador, sabe que sus teorías encierran también carencias y contradicciones y que, como ocurre en toda ciencia, sus conclusiones tienen un carácter provisional.

Reconocer esto forma parte de la grandeza y la modestia de los sabios. Bruner es un psicólogo del desarrollo, especialmente preocupado por la construcción del conocimiento y de los mecanismos de conocer, que concede una importancia capital a la cultura en estos procesos y que se interesa profundamente por la escuela como ambiente en el que se da de manera privilegiada ese encuentro entre individuos y cultura en el que se produce el desarrollo psicológico y también el desarrollo de la propia cultura.

PABLO GARCÍA TÚNEZ

 

Notas
1. Buena parte de estos datos biográficos están tomados de un artículo autobiográfico recogido en una estupenda compilación realizada por Jesús Palacios: BRUNER, J.S.,Desarrollo cognitivo y educación. Madrid, Ed. Morata, 1988 … 2008.
2. Así habla de la Universidad de Duke después de dejarla: «… Me sentía en ella como en mi propio hogar. Allí quedaban todos aquellos entrañables rincones, muchas discusiones e ideas compartidas, alguna tímida aventura amorosa y no pocas disputas políticas».
3. En la autobiografía citada, refiriéndose a la fábula de
Aristarco sobre el zorro y el erizo («el zorro sabe muchas
cosas. El erizo sólo sabe una muy importante»), Bruner
dice: por mi temperamento, soy un zorro en lo que se
refiere a la psicología. De eso estoy seguro.
4. «El viejo debate entre herencia y ambiente es insoluble. Porque los fenómenos psicológicos no existen si no hay un organismo de transmisión biológica ni pueden tener lugar fuera de un ambiente» (Bruner en La Importancia de la Educación).
5. Aunque Winnicott pone más el foco en los aspectos
emocionales y afectivos del desarrollo, menos presentes en Bruner, me resulta inevitable asociar el concepto de «formato» magníficamente desarrollado por Bruner, por ejemplo en el desarrollo del lenguaje, con la idea de Winnicott de la «madre» que presta al niño parte de su psiquismo, aportando significados a sus incipientes significantes, en un diálogo en el que se construye el pensamiento y el lenguaje, funciones básicas del ser humano.
6. Bruner, investigador de gran erudición, se sintió pronto seducido por la teoría de las ideas de Platón. No es extraño, por tanto, que también se sintiera atraído por la pedagogía de Sócrates.

Breve referencia bibliográfica
Como ocurre a veces en autores de tan abundante creación, algunas de sus obras están recogidas en compilaciones por lo que podemos encontrar alguna vez artículos repetidos. Pero son tan ricas y sugerentes las aportaciones de Bruner, que no importa tener algún texto repetido.

BRUNER, J. S. (1971): La importancia de la educación.
Buenos Aires: Paidós, 1987.
BRUNER, J. S.: La educación, puerta de la cultura.
Madrid: Aprendizaje-Visor, 1997.
BRUNER, J. S. (1960): El proceso de la educación. Méjico: UTEHA.
BRUNER, J. S.: Desarrollo cognitivo y educación (Compilación de Jesús Palacios). Madrid: Morata, 1988.
BRUNER, J. S. et al. (1962): El proceso mental en el aprendizaje. Madrid: Narcea, 2001.
BRUNER, J. S.: Realidad mental y mundos posibles: Los actos de la imaginación que dan sentido a la experiencia. Barcelona: Gedisa, 2004.
BRUNER, J. S.: El habla del niño. Aprendiendo a usar el lenguaje. Barcelona: Paidós, 1990.
BRUNER, J. S.: Acción, pensamiento y lenguaje (Compilació de José Luis Linaza). Madrid: Alianza Editorial, 2002

 

 

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