Ver y vivir la vida cotidiana

Algo que se repite diariamente, habitualmente o periódicamente es cotidiano… pero quizás es más fácil de entender si nos centramos en sus antónimos: poco frecuente, atípico o insólito.

Algunas personas, desgraciadamente, le llaman rutina, a menudo situándola en un contexto monótono o aburrido.

Otros encuentran en el día a día la calma de saber y de reconocer las cosas, de poder anticipar y ajustar el tiempo que necesitamos para el paso del día y de la vida.

La vida cotidiana es el café de buena mañana, el paseo de media tarde o la conversación tranquila por la noche y ninguna de estas cosas resulta aburrida.

En este mismo lugar tendríamos que situar la vida cotidiana cuando la trasladamos a los centros educativos. Todavía nos preguntamos (y nos preguntan) si hay que continuar hablando de vida cotidiana en la escuela infantil. Hay quién lo encuentra repetitivo, quién lo siente innecesario, quien ya ha aburrido el concepto…

Creednos; sigue y continuará siendo esencial hablar, porque todavía nos encontramos a menudo con dos extremos claramente opuestos y que hacen visible una interpretación sesgada del concepto: los que continúan llenando el tiempo de actividades y de prioridades adultas perdiendo de vista la danza entre el juego y las curas y los que, banalizando el concepto, se han colocado en aquel lugar de “dejar pasar el tiempo” y eso sí que es realmente aburrido y vacío; sobre todo y especialmente, a ojos de los niños y niñas.

Cotidiano es planificar el tiempo sin dejar de abrazar lo inesperado, se trata de organizar la vida educativa para que todo fluya de manera natural, de los procesos de los niños, de sus aprendizajes y, evidentemente, de sus necesidades.

Aquello cotidiano tendría que ser ofrecer oportunidades y contextos reales, basados en los intereses de los niños y no tanto en la necesidad de aceleración adulta. Cotidianidad tiene que ser la provocación de los espacios y materiales que un adulto ha diseñado después de observar y escuchar todos y cada uno de los niños del grupo. La vida cotidiana consiste en dar espacio y tiempo a las relaciones. Cotidiano es y tiene que ser el juego en todas sus formas, un juego siempre presente y real, libre y con infinitas opciones, tantas como puede imaginar un niño. Cotidiano es dar valor a las curas, ponerlas en el centro, priorizarlas y priorizar el tiempo, dejarnos de automatismos y acciones mecanizadas carecidos de sentido, y sobre todo, de tacto.

Estaremos, pues, de acuerdo que todavía nos rodean demasiadas formas de pervertir esta cotidianidad, de robarle el sentido y el alma, de disfrazarla otros conceptos, de esconderla detrás de pretextos.

Demos, pues, un sentido lleno y real en la vida cotidiana, hablemos, debatamos, reflexionemos, pongamos sobre la mesa todas las dificultades que están en nuestras manos, reencontremos la esencia real de aquel concepto intangible que llena proyectos, libros, documentación y discursos y que, al final, solo tendría que ser la danza que acoge y abraza, que alberga certeza y confianza, que da seguridad y tranquilidad, igual que el café de buena mañana.

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