Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas destacan el papel fundamental de la educación como motor del desarrollo global y la sostenibilidad. En esta edición, consideramos esencial enfatizar algunos de los ODS que guardan una relación estrecha con iniciativas centradas en la educación, especialmente en la primera infancia, y que impactan directamente en este grupo. Se reflexionó entorno a ello en el Congreso Iberoamericano de Educación y Cuidados en Primera Infancia que tuvo lugar en México el pasado mes de noviembre de 2024, donde cabe destacar que se puso de relieve, entre otros temas, la importancia de las pedagogías decoloniales, las alternativas a programas hegemónicos, las lecciones aprendidas sobre primera infancia y la participación infantil en los países de Iberoamérica.
El presente número de la revista se dedica a recoger las ideas allí expuestas y desarrolladas. A su vez, se presentan también interesantes experiencias prácticas en atención, cuidado y educación de la Infancia que ponen el acento en la vida comunitaria y en un acompañamiento social, humanista y ecológico a las infancias. Las experiencias presentadas creemos que son un regalo que debe interpelarnos y que nos alientan a crear sociedades
saludables y sostenibles. Así pues, la Agenda 2030, esta hoja de ruta que marca unos objetivos comunes y que por primera vez queremos pensar que da voz a una participación universal, nos desafía a ser creativos, a reinventarnos (como ya apuntaba Delors en 1996 en su informe “la educación encierra un tesoro”) para convivir, con salud, en la aldea planetaria. Se debería promocionar la interculturalidad de los diferentes territorios y facilitar la implementación de programas en la dirección de lo expuesto en el citado congreso, poniendo en el centro el principio del interés superior de la niñez, expuesto en la Convención de Derechos de la Niñez (CDN). Las experiencias pedagógicas que se presentan muestran resultados concretos en uno o más de los tres pilares que conforman los ODS para un desarrollo sostenible y que merecen ser reconocidas, dignificadas y extendidas con recursos públicos: Pilar medioambiental (preservación de ecosistemas, uso responsable de los recursos y lucha contra la contaminación y el cambio climático), pilar social (bienestar y equidad, acceso a servicios básicos y reducción de desigualdades), pilar económico (generación de prosperidad sin comprometer el bienestar de futuras generaciones). Cabe hacer hincapié en el ausente pilar cultural (valoración de la diversidad cultural, tradiciones e identidades locales, integrándose al desarrollo sostenible) que al parecer se encuentra como eje transversal en los ODS, de los cuales destacaremos algunos que tienen una relación muy directa con la Infancia.
ODS 3: Salud y Bienestar: garantizar una vida sana
y promover el bienestar para todos, en todas las edades. Muchos sistemas de salud de la región no cuentan con los recursos necesarios para brindar la atención y acompañamiento necesarios. Asimismo, el ámbito educativo carece de suficientes profesionales especializados en prevención y atención en el campo socioemocional, donde las relaciones y la participación de la Infancia deberían jugar un papel protagonista. El pasado confinamiento por COVID19, la violencia, la pobreza y la desigualdad, factores estructurales en muchos países latinoamericanos, intensifican aún más los riesgos asociados a la salud y el bienestar.
ODS 4: Educación de Calidad: la educación es clave para formar ciudadanos conscientes, capaces de proponer soluciones innovadoras y adoptar prácticas sostenibles en todos los sectores de la sociedad. Además, una educación de calidad empodera a niñas, niños y adolescentes para contribuir al cumplimiento de otros ODS, como el ODS 13 (Acción por el clima) y el ODS 15 (Vida de ecosistemas terrestres).
“La violencia, la pobreza y la desigualdad, factores estructurales en muchos países latinoamericanos, intensifican aún más los riesgos asociados a la salud y el bienestar.”
ODS 5: Igualdad de Género: promueve la participación plena y efectiva en la vida política, económica y pública, así como el acceso igualitario a recursos y oportunidades como la educación, el empleo y la salud de niñas y mujeres.
Avances en América Latina. Diversas iniciativas regionales refuerzan la implementación de los ODS. Organizaciones como la CEPAL y la Alianza del Pacífico impulsan agendas comunes orientadas al crecimiento económico inclusivo, la reducción de desigualdades y la sostenibilidad ambiental. En países como Chile y Colombia, programas de energías renovables no sólo contribuyen a mitigar el cambio climático, sino que también fomentan el empleo y el desarrollo local.
En Perú, el Consejo Nacional de Educación (CNE) desempeña un rol importante en la implementación del ODS 4. A través del liderazgo en políticas educativas, el CNE promueve la mejora continua del sistema educativo, enfocándose en cerrar brechas de acceso y calidad, especialmente en zonas rurales y vulnerables. Entre sus principales iniciativas destaca la actualización del Proyecto Educativo Nacional al 2036, alineado con la Agenda 2030, que busca garantizar una educación inclusiva y equitativa. Además, el CNE impulsa la formación docente y la incorporación de contenidos y acciones sobre sostenibilidad, equidad de género y ciudadanía global en los currículos.
Retos urgentes: Cambio climático y educación. Uno de los desafíos más apremiantes es el impacto del cambio climático en la educación. Fenómenos como incendios forestales, inundaciones y sequías afectan la infraestructura educativa y las comunidades, interrumpiendo el aprendizaje de millones de niñas y niños. Esto evidencia la urgencia de integrar la educación ambiental en los currículos, desde el conocimiento científico hasta la responsabilidad ciudadana. Escuelas al aire libre como las que se promovieron a finales del siglo XIX y principios del XX son un buen ejemplo; en este número se podrá encontrar también un artículo que expone dicha experiencia.
“Fenómenos como incendios forestales, inundaciones y sequías afectan la infraestructura educativa y las comunidades, interrumpiendo el aprendizaje de millones de niños y niñas”
Educación para la sostenibilidad desde la infancia. Estamos convencidos de que la educación es esencial en la formación de ciudadanos responsables y comprometidos con el cuidado del planeta y de los demás. Una educación para la sostenibilidad debe considerar a los niños como ciudadanos que respeten la diversidad cultural y el medio ambiente. Para ello, es necesario fomentar desde la primera infancia actitudes, capacidades y conocimientos que permitan tomar decisiones informadas, considerando las dimensiones ecológica, social, económica, cultural y política del desarrollo sostenible en un marco de participación y corresponsabilidad; se presenta una experiencia en esta edición.
Acciones locales, impacto global. Aunque los esfuerzos en favor de los ODS son numerosos, aún resultan insuficientes para abordar los desafíos globales. Sin embargo, desde la educación y las iniciativas locales, especialmente en las comunidades latinoamericanas, podemos generar un impacto significativo. La participación comunitaria, las prácticas sostenibles y la educación en valores medioambientales y sociales son claves para que cada acción, por pequeña que sea, contribuya a un cambio positivo. Es en lo local –en nuestras escuelas, organizaciones y pueblos– donde nacen soluciones poderosas, en un marco de equidad, justicia, libertad y armonía con los pueblos y la naturaleza. Es necesario visibilizar prácticas educativas, sociales y comunitarias que se estén desarrollando con una mirada centrada en la niñez.
“La participación comunitaria, las prácticas sostenibles y la educación en valores medioambientales y sociales son claves para que cada acción, por pequeña que sea, contribuya a un cambio positivo.”
Consejo de Perú
