¿A qué jugamos? ¡Que viene el tiburón!

El juego es fundamental en el desarrollo de los primeros años de vida. Dar relevancia al juego en diferentes espacios, y más especialmente en espacios abiertos y exteriores, posibilita diversas experiencias de juego libre, como el que se cuenta a continuación.

El grupo de mayores llevaba un buen rato jugando en la misma zona del patio, un espacio acotado por troncos de madera y tubos de gran diámetro y tamaño que habitualmente usan como escondite, zona de equilibrios o de saltos. Pero esta vez no hacían ninguna de estas cosas… Al comprobar que me acerco a observar, empieza esta historia:

–Isa, ¿juegas? –Eluney.

–¿A qué estáis jugando?

–Al tiburón. Se juega en estos tubos, los chinos de dentro son el agua, y por fuera no se vale salir –Eluney.

–¿Y cómo se juega?

–Se la queda uno, que es el tiburón y tiene que tocar a los que están cruzando. Y si lo pilla, se la queda –Mateo Ch.

–Pueden jugar los que quieran. Se pueden escapar corriendo mucho hasta llegar a los tubos, o subirse en los tubos sentados. Venga, Isa, ¿juegas? –Mateo N.

–Vale, juego.

Para mí, además de disfrutar, fue una sorpresa comprobar cómo niños y niñas de cinco años (algunos de ellos recién cumplidos) diseñan un juego reglado, se organizan, ponen las normas y no se cansan de jugar.

Durante esos días aparecen algunos dibujos relacionados con este juego, que lo reflejan de forma gráfica y clara. Algunas niñas y algunos niños expresan de manera espontánea lo que sienten al jugar al tiburón:

–A mí me gusta correr entre los tubos y el otro nos tiene que pillar –Alia.

–Pues a mí me gusta mucho… ¡cuando corremos y no nos pillan! –Eider.

–A veces salimos disparados y no nos pueden pillar –Eluney.

–Pues a mí una de las cosas que más me gusta es cuando estás en el tubo al sol y te puedes tumbar –Mateo N.

–A mí pocas veces me pillan –León.

–A mí nunca me pillan –Eider.

–Sí, la pillamos siempre, pero ella no se la quiere quedar –Tasním.

–Porque vosotros corréis más rápido… –Eider.

–A mí me gusta más cuando yo me siento al lado de una amiga en los tubos –Alia.

–Y a mí cuando me quedo quieto en el agua haciendo el tonto y no me pillan, porque el tiburón está distraído con otro intentándolo pillar y no se fija en mí –Mateo N.

–Cuando me la quedo, lloro. Porque no me la quiero quedar –Alonso.

–Porque no pilla a nadie –Eider.

–Y se agobia –León.

–Es que cuando pasamos y Alonso no nos ve y nos cruzamos por detrás, entonces se sube en el tubo y no ha pillado a nadie. Y cuando se baja del tubo, que no se la queda, se baja e intenta pillarlo. Eso se llama hacer trampas –León.

–Algunas veces, cuando están subidos en el tubo y el que se la queda sube al tubo y los pilla. Eso es hacer trampas –Mateo N.

Unos meses después, mientras paseamos por el bosque de la Alham­bra, hacemos un descanso frente a la estatua de Washington Irving. Cuatro rejillas de alcantarillas sirven de excusa para retomar el mismo juego. En otro entorno, con otros sonidos, otros elementos de la naturaleza, pero un mismo grupo con las emociones a flor de piel, que se achucha sobre las tapas metálicas para no ser cazado por el tiburón.

 

María Isabel Vallejo, Escuela Infantil Municipal Arlequín, Granada. 

 

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