Historia de la educación. La constitución y los desafíos de la construcción social de los derechos de los niños y niñas

La concepción del niño como sujeto de derechos desde su nacimiento ha alcanzado una gran visibilidad en las sociedades contemporáneas, a pesar de que, paradójicamente, sufren altos índices de violencia física y simbólica. Los derechos humanos, así como los derechos de la niñez, no son del orden de la naturaleza, sino del orden social y político y fueron concebidos en un determinado momento histórico para gestionar nuevas prácticas de vida que considerarían una disposición sensible sobre lo que no era “más aceptable” en la vida comunitaria.

Para algunos autores, como Lynn Hunt (2009, p.13), la invención de los derechos humanos emerge del imaginario social y cultural occidental en textos, pinturas, ensayos, novelas, dramaturgia, música, producidos por diferentes autores, tanto románticos como iluministas, que fueron componiendo una nueva sensibilidad en la convivencia entre los seres humanos. La “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, ratificada por la ONU en 1948, traduce los deseos en declaraciones que prevén la constitución de otras relaciones entre los seres humanos. Como afirma Hunt (2009, p.208), la “Declaración Universal es más el comienzo del proceso que su culminación”. La declaración creó una emoción y una razón por la cual todos son iguales y tienen los mismos derechos inalienables, este fue el mayor aporte del recorrido histórico de las tres declaraciones (Revolución Americana, Revolución Francesa y Revolución Inglesa).

Según Bobbio (1997, p.160) a la afirmación inicial de los derechos de libertad siguieron los derechos políticos y sociales. En la actualidad, la coyuntura política mundial con las nuevas configuraciones familiares, la discusión sobre la diversidad y la desigualdad social, los temas ambientales, las nuevas tecnologías, ha venido exigiendo repensar y producir una nueva generación de derechos, en tanto que se viven y se transforman sumando otros, o nuevos temas y demandando cambios de sensibilidades. Formular nuevos derechos con la niñez, reivindicar la agenda de derechos como faros en los proyectos educativos de bebés y niños pequeños, transgredir las formas tradicionales instituidas de educar a los niños y niñas en espacios colectivos de educación inicial puede ser el inicio del diálogo y la construcción de derechos como instrumento de lucha y resistencia.

El desafío es enfrentar el debate en torno al concepto de derechos iguales, es decir, pertenecientes a todos los seres humanos, o seres vivos, que conviven en el mundo, y universales, es decir, aplicables a todos, porque en todas partes lo fue, y sigue siendo hoy, extremadamente cuestionada tanto por los conservadores que la ven como una “aberración abstracta” como por los del campo político opuesto, que entienden la universalidad como la imposición de un grupo sobre otros. Boaventura Santos (2008) afirma que el discurso de los derechos humanos puede ser simultáneamente una política hegemónica o contrahegemónica. Para el autor es importante deconstruir la universalidad (cosmopolitismo local) de los derechos vigentes y, a través del diálogo, legitimar una concepción intercultural de los derechos humanos (cosmopolitismo insurgente).

Sabemos que la organización de códigos o legislaciones no provoca la transformación del mundo, pero como lo demuestra la “Declaración de los Derechos del Niño” (1924), la “Declaración de los Derechos del Niño” (1959) y la “Convención sobre los Derechos del Niño” (1989), son orientaciones a considerar. Desde la década de 1980, nuevos estudios han ampliado la discusión sobre la infancia y los niños. Los campos de la historia, la sociología, la política, la demografía, la geografía, la psicología cultural y la antropología empiezan a aportar estudios que cambian nuestras concepciones sobre los niños y la niñez. Quizás las nuevas formas de opresión que enfrentan los niños y niñas son hoy más difíciles de enfrentar por la creciente desigualdad económica, la globalización, el necrocapitalismo, las violencias endémicas, el consumo, la competición, la falta de oportunidades de escolarización, especialmente la inclusiva, marcada por una con cualidad socialmente definida, que produzca la emancipación de los niños y adultos que conviven con ellos.

“Es importante deconstruir la universalidad cosmopolitismo local) de los derechos vigentes y, a través del diálogo, legitimar una concepción intercultural
de los derechos humanos ”

A pesar de que la larga historia de los derechos de los niños – carta, declaración, convención – ha puesto en la agenda la defensa de ciertos derechos, sigue siendo requisito, como lo afirma Norberto Bobbio (2004), que las agendas sean constantemente re-discutidas y actualizadas en vista de las necesidades sociales, cambios culturales y económicos. Fomentar el debate en torno a una agenda que estipule compromisos, que oriente y registre lo que no se puede olvidar y garantice la discusión continua sobre los derechos de los niños a la alteridad de su experiencia infantil.

Vivimos en América Latina la paradoja de tener como naciones independientes firmadas la “Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño” (1989), asumiendo compromisos políticos, éticos, económicos y sociales, frente a los demás países, pero sin poder realizar, en la convivencia, su garantía para todos los niños y niñas. Los niños y niñas, a pesar de ser anunciados como prioridades en tiempos de elecciones, son rápidamente relegados en términos de políticas e inversión social. Cuanto más pequeño es el niño, más invisible, especialmente los bebés. Además, en términos sociales y culturales, la noción misma de los derechos del niño ha sido cuestionada por el retroceso democrático en varios países. Vivimos una época de retrocesos en logros que favorecen el retorno de discursos minoritarios, de completa sumisión a los adultos. Los derechos básicos, conquistados a principios del siglo XX, que creíamos arraigados en gran parte de la población, basados ​​en consensos mínimos, construidos históricamente, son ineficaces. Sin embargo, a pesar de todas las críticas al discurso de los derechos universales de la infancia, renunciar al debate sobre los mismos sería una enorme omisión. Aprendemos de la historia de los Derechos Humanos que la sensibilidad a la igualdad de los demás está constituida por las experiencias vividas, por la literatura, el cine, la pintura, la música, es decir, en todas las posibilidades de intervención en el imaginario social, por ello una pedagogía de la sensibilidad a lo humano y lo no humano.

“Los niños y niñas, a pesar de ser anunciados como prioridades en tiempos de elecciones, son rápidamente relegados en términos de políticas e inversión social”

El desconocimiento de los deberes de solicitud y acogida de los adultos en relación a los niños y niñas que llegan al mundo, el olvido de la ética de la responsabilidad en la articulación de los principios educativos en el cotidiano tanto de la escuela como de la convivencia social, sólo mantiene en discusión los problemas educativos si es mejor esta o aquella opción pedagógica.

La educación es una acción relacional entre alteridades y no puede ser considerada sólo desde el punto de vista de los niños o desde el punto de vista de los adultos. El acto de educar exige afrontar la relación política que establece la convivencia entre ambos desde los distintos lugares que ocupan en el lenguaje, en la escuela y en la sociedad. Es precisamente en esta confrontación donde radica el desafío permanente de la educación democrática. Se trata de reivindicar procesos educativos que consideren simultáneamente, en las relaciones entre adultos y niños, la igualdad de derechos civiles y la diferencia temporal en la lógica de interpretar y actuar de lo que nos es más común: los lenguajes y “su haz correlativo”… , inteligencia, conocimiento, cognición, memoria, imaginación y, por tanto, inventiva común” (PELBART, 2007). No es un mundo diferente o desigual frente al poder de aprender a pensar y actuar desde la complejidad de la convivencia en el mundo común: es el mismo mundo descifrado e interpretado de diferentes maneras.

REFERENCIAS
BOBBIO, Norberto. A era dos direitos. Rio de Janeiro: Elsevier/Campus, 2004.
BOBBIO, Norberto. O tempo da Memória. De Senectude. Rio de Janeiro: Campus, 1997.
HUNT, LYNN. A invenção dos direitos humanos: uma história. São Paulo: Companhia das Letras, 2009.
PELBART, Peter Pál. A potência de não: linguagem e política em Agamben. Documenta 12 Magazines, 2007. Disponível em <http://www.documenta.de>
Santos, Boaventura de Souza. A gramática do Tempo: para uma nova cultura política. 2ª Ed. São Paulo: Cortez, 2008.

Colectivo Fogones de la Memoria. Uruguay

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